domingo, septiembre 18, 2005

Porque hay gente.

Localización: uno de los jardines de Montjuic (Barcelona).
Personajes: Guardia de seguridad, transeunte, perro, gatos.
Guardia de seguridad:
- Oiga, oiga, los perros no pueden pasar, está prohibido.
Desconcertado transeunte que acababa de entrar en el jardín con su perro:
- Ah, ¿no? No sabía, y... ¿por qué?
Guardia de seguridad:
- Porque hay gatos.
Yo estaba de público, sentado en un banco de piedra al lado de un gato al que no conocía de nada. Después de oír al guardia de seguridad he mirado al gato y he comprendido inmediatamente que aún hay esperanza para la Humanidad: sólo hace falta que cuando vayan a bombardear una ciudad en nombre de la democracia o a poner una bomba en medio de la calle en nombre de Dios alguien diga: no, aquí no, aquí está prohibido porque hay gente.

sábado, septiembre 10, 2005

Oficios

(Basado en hechos reales)

- Papá, ya sé qué quiero ser.
- Ah, muy bien hijo. ¿Y qué has decidido?
- ¡ Quiero ser jardinero de nubes !
- Qué... ¿qué es eso? ¿Dónde se estudia?
- Eso no lo sé todavía.
- ¿Cómo que no lo sabes? Pero ¿qué es eso de jardinero de nubes?
- Mira, papá, lo he decidido esta mañana, cuando iba en el metro, al ver la cara de la gente.
- Vale, hijo, pero ¿qué es?
- Nadie mira el cielo, papá. Todo el mundo trabaja sin mirar el cielo. No sólo los mineros: tampoco los oficinistas, los lampistas, los mecánicos, los torneros,... nadie, ni siquiera los campesinos ni los marineros ya. Y eso se nota, ¿sabes? Fíjate en la gente que va en el metro o en el autobús o en el tren a las ocho de la mañana. Falta color. Están agrios, casi parecen enfermos. Es que no miran el cielo. Imagínate que nuestros antepasados no hubieran mirado el mar: aún seguiríamos en las cuevas ¿no? Comiendo lombrices y raíces. Pues muy bien, ya miraré yo el cielo por toda la gente que no lo hace, y lo haré con mimo de jardinero, y explicaré todo lo que he visto, las nubes, las auroras, las tormentas, todo, y así todos podremos seguir con nuestra vida sin perdernos nada. Creo que es una buena y honrada profesión.
- Pues yo creo que estás equivocado, hijo.
- No, papá, no puedo estar equivocado. Soy bueno contemplando las cosas. Me quedo ensimismado mirando las cosas. Soy capaz de pasarme horas mirando las nubes o contemplando un árbol y disfrutar, no necesito nada más. No todo el mundo puede hacerlo. De hecho, no conozco a nadie que pueda hacerlo: a todo el mundo le gusta la actividad, y en cuanto se quedan treinta segundos quietos empiezan a aburrirse. ¡Qué digo treinta segundos ! Ni diez segundos aguantan. ¿Tú crees que puede ser porque no tienen vida interior?
- No lo sé , hijo, pero escucha: la gente no mira el cielo porque, sencillamente, no están interesados en mirar el cielo, y tampoco estarán interesados en que tú les cuentes las nubes. ¡ La gente tiene muchos problemas como para mirar el cielo ! Y sí que necesitas algo más: necesitas comer, y necesitas una casa y necesitarás un coche. Incluso una tele y muchas otras cosas, ya verás. Y para eso tendrás que trabajar y ganar dinero.
El hijo se encogió de hombros.
- No sé -dijo-. Yo sólo sé que todo el mundo es capaz de pasarse horas trabajando. Yo soy capaz de pasarme horas quieto sin hacer nada, en silencio.
- Pero eso no se valora. No habrá nadie que te pague dinero por ello.
- Entonces... ¿qué pasa? ¿Tendré que escoger otra profesión?
- Yo qué sé , hijo, pues supongo que sí, como todo el mundo.
- Bueno, vale, pues entonces seré cazador.
- Muy bien, hijo, ya empiezas a hablar con sentido común, eso creo que va más acorde con los tiempos... y cazador ¿ de qué ?
- Cazador de dinosaurios.