sábado, enero 28, 2006

El gran fracaso de la transición española

Mucha gente anda estos días más despistada que un champiñón en una noria. Mi abuelo Juan, Juan el Pipa para los del pueblo, nunca utilizó Google y sin embargo no andaba por el mundo tan despistado como algunos jóvenes alumnos míos. Claro que luchó en una guerra en el bando de los perdedores y eso debe de desarrollar un sexto sentido para saber por dónde van los tiros. Los jóvenes de hoy en día no han luchado en ninguna guerra (y que siga siendo así, ¡por favor!). Lamentablemente, un porcentaje nada despreciable de ellos se parece más a una esponja porosa que a un ser humano del s. XXI, con miles de años de herencia cultural a sus espaldas. Mi abuelo no entendía ni una palabra de catalán (cosas de haber nacido en la sierra extremeña en los primeros años del s. XX) pero nunca se extrañó de que le hablaran en catalán cuando venía a Cataluña a ver a su hija, su yerno y sus nietos. Un día en Barcelona preguntó por una calle y le contestaron "Cap amunt, cap amunt !" (Hacia arriba, hacia arriba !). A mi abuelo le hizo mucha gracia esa expresión -pero gracia de niño, no gracia cínica- y la incorporó a su propio vocabulario. Hoy en día, años después, el vocabulario de muchos jóvenes es algo más rígido que el de mi abuelo. Cuando trabajaba en un colegio del barrio de Salamanca de Madrid muchos de mis alumnos se asombraban de que en Barcelona les contestaran en catalán si ellos se dirigían a su interlocutor en castellano. Es más, no sólo se asombraban sino que les parecía indignante. Lo sé porque en un par de ocasiones alguno de ellos me comentó, en mitad de la clase, su viaje del fin de semana anterior a Barcelona. Ellos sabían que yo era de Barcelona y querían contarme lo que les había pasado para ver si me parecía normal. Yo intentaba explicarles que en Cataluña había muchísima gente que entendía el catalán pero que no lo hablaban de forma habitual por uno u otro motivo, y que era perfectamente normal una situación en la que un interlocutor utilizara el castellano y el otro el catalán. También les expliqué que muchos catalanes, de hecho, la mayoría, pasaban automáticamente al castellano si te oían hablar en castellano, pero que no siempre era así y que el que no pasaran automáticamente al castellano no se vivía como una falta de respeto sino como un hecho normal, natural, como la utilización de un derecho que no provocaba problemas a nadie. Si ellos no entendían el catalán, sólo tenían que decírselo a su interlocutor y éste les hablaría en castellano sin que eso representara ningún trauma para él. Pero no lo entendían, no lo entendían. No entendían que dos personas pudieran estar comunicándose en dos idiomas diferentes, no entendían la convivencia de dos lenguas. Sus respuestas oscilaban entre la indiferencia y el "si estamos en España, ¿por qué tienen que hablarnos en catalán?". Eran jóvenes de dieciseis años, así que esa era la respuesta de los hijos de la democracia española. ¿Cómo titular esta magna desorientación? ¿Gran fracaso de la transición española? Y cómo no preguntarse ¿a quién interesa este fracaso?.

5 comentarios:

Gerardo dijo...

O se aísla uno de radio, televisión y prensa (la peor, los confidenciales de internet) o acaba crispado por los políticos y llevado a la discusión.

Danae dijo...

A veces no sé dónde vivo... Por otro lado, también se le podría dar la vuelta a la pregunta: ¿a quién le interesa hacernos creer que algo ha cambiado?

Anónimo dijo...

Creo que sería simplemente bueno que los que no lo saben sean aleccionados de las beldades del bilingüismo. A mí me da mucha envidia, que soy castellano parlante.

Jose Antonio Díaz dijo...

No se porque alguien se sorprende, la verdad. Todo se reduce a una simple cuestión de dignidad y respeto entre españoles. Yo he estado 9 años trabajando en Cataluña y me tuve que ir por culpa de la inmersión linguística, ya que ningún centro aceptaba educar a mi hijo en su lengua meterna (en ningún caso me opuse a que estudiara catalán).
Claro que una cosa es Bracelona y otra muy distinta es el resto de Catalunya. Verán se ha dado el caso de que utilizaran el catalán como arma de "encubrimiento o críptica", para que yo no me enterara de nada (aunque conozco y hablo bastante bien el catalán), siendo el castellano y catalán lenguas cooficiales. También tengo que decir que se me ha dado el caso inverso, el de la Sra de la panadería de un pueblecito del Pirineo leridano, que intentaba comunicarse, conmigo, en un castellano muy deficiente. Y le dije a la señora: "no se preocupe usted hableme en catalán que la entiendo bastante bién".
Moraleja: Si dos personas quieren entenderse, no exitirán barreras idiomáticas y si no quieren entenderse o "diferenciarse" lucirán todo su cochambroso y patético nacionalismo.

Saludos.

Anónimo dijo...

Pero el principal problema es la falta de sensibilidad de los españoles ante cualquier cosa que no sea su lengua materna. Hasta en Lisboa los portugueses se quejaban de que llegaban allí sin esforzarse lo más mínimo por comunicarse en português, como si tuviera todo el mundo en la península que saber castellano. Por lo demás la situación a la que está llegando el estado español es fruto de esa misma falta de sensibilidad. Que de malo habría en que educasen a su hijo en catalán? No es, según ustedes, "una lengua de españa"? Que hay de malo en ser bilingüe, si saber lenguas siempre ha sido sinónimo de riqueza y cultura?
Si viviese en Londres o en París, insistiría tanto en que a su hijo le educasen en su "lengua materna" o aprovecharía la oportunidad para ahorrarse cursos en la escuela de idiomas? Si tanto defienden la unidad de españa deberían ser los primeros interesados en conservar las otras lenguas del estado, e incluso deberían promover que sus hijos estudiaran una de ellas como segunda lengua en todos los colegios del país. Al fin y al cabo el español goza de una enorme salud y se habla en cuatro de los cinco continentes por millones de personas, mientras que las otras lenguas están en riesgo de desaparecer, y no querríamos que eso ocurriera, verdad?
Por lo demás el caso de Galicia sigue a ser propio de una dictadura decimonónica, aquí solo los niños de las grandes ciudades (y no todos) son educados en su "lengua materna", que suele ser el castellano, la mayor parte de las zonas rurales y las ciudades pequeñas, donde se acumula el 75% de la población solo tienen escuelas en castellano para una población que ha hablado siempre gallego, y además existe un constante desprecio hacia la lengua propia de los niños. Y lo peor es que no hay forma humana de que los padres puedan cambiar esto, pues la legalidad no se aplica en ningún caso y no existe ningúna represalia civil o penal para los responsables.