martes, julio 11, 2023

LA ALTA FRONTERA

 


Crecí viendo la serie Cosmos de Carl Sagan y El hombre y la Tierra de Félix Rodríguez de la Fuente, leyendo relatos de ciencia ficción clásicos, mirando al cielo deseando ver un platillo volante (aunque no creyera mucho en eso de los avistamientos OVNI), disfrutando de Mazinger Z y emocionándome con las aventuras del capitán Harlock (https://youtu.be/qIpKeihBB2A). Al mismo tiempo, la guerra nuclear total fue una amenaza constante a lo largo de toda mi infancia y buena parte de mi juventud. El futuro era incierto (en realidad, siempre lo ha sido). Sin embargo, a pesar de todo, y sobre todo, era un reto; y un reto al que debíamos enfrentarnos todos juntos, la humanidad entera, sin dejar a nadie atrás. También recuerdo que creíamos en el progreso.


Hoy en día veo con estupor cómo la mayoría de aquellos que dicen ser progresistas han renunciado a palabras como humanismo, ciencia y conocimiento y las han sustituido por otras más propias de sacerdotes rancios, como pecado, culpa y penitencia. La búsqueda de la verdad, a día de hoy, está mal vista: se considera una forma de opresión. El relato es más valioso que el conocimiento. Y ahora diré una cosa que, hoy en día, no se puede decir, a no ser que quieras quedarte sin amigos: el saber de los chamanes no es equivalente al conocimiento científico. Por decir estas cosas, y otras, estoy condenado. Así de fácil es condenarse actualmente. Supongo que esto no lo arreglo ni con la penitencia del lenguaje inclusivo, y que merezco todo el decrecimiento que algunos piden para los países ricos.


Por si fuera poco, apreciados Sacerdotes De Lo Correcto, vengo a confesar, sin vergüenza alguna, que estoy leyendo el libro The High Frontier, el que Gerard K. O’Neill escribió en 1974; y no sólo lo estoy leyendo sino que, además, me he atrevido a traducir uno de los primeros párrafos:


“Nuestro objetivo es encontrar formas en las que toda la humanidad pueda compartir los beneficios derivados de la rápida expansión del conocimiento humano, y al mismo tiempo evitar que los aspectos materiales de esa expansión contaminen el hogar global en el que vivimos. Es inevitable que muchas de las cuestiones que se traten en este libro sean materialistas, pero mucho más que la supervivencia material está en juego. Los logros más excelsos de la humanidad en el arte, la música y la literatura nunca habrían tenido lugar si no hubiera habido tiempo libre y riqueza; no debemos avergonzarnos de buscar formas en las que toda la humanidad pueda disfrutar de esa riqueza.” The High Frontier. Gerard K. O’Neill


(“Our goal is to find ways in which all of humanity can share in the benefits that have come from the rapid expansion of human knowledge, and yet prevent the material aspects of that expansion from fouling the worldwide nest in which we live. Necessarily, many of the concerns of this book are materialistic, but more than material survival is at stake. The most soaring achievements of mankind in the arts, music and literature could never have occurred without a certain amount of leisure and wealth; we should not be ashamed to search for ways in which all of humankind can enjoy that wealth.” The High Frontier. Gerard K. O’Neill.)


No sé, igual es una locura, pero tengo la sensación de que el día que dediquemos más tiempo a mirarnos el ombligo que a mirar a la frontera será el día que marque el principio del fin de la civilización humana. Siempre ha sido así y siempre lo será, al menos mientras nuestra naturaleza sea humana. Desconfíe de aquellos que se rían de los exploradores. Explorar es tan imprescindible como comer.