Un gallego va por la calle y se encuentra un pingüino. Se miran el uno al otro y el gallego comprende que eso no es normal, así que agarra al pingüino de la aleta y se planta con él ante un guardia urbano.
- Me he encontrado un pingüino -le dice al guardia.
El guardia se encoje de hombros y exclama:
- ¡Pues llévelo al zoo!
El gallego lleva el pingüino al zoo y al cabo de unas horas lo trae de vuelta, con un globo atado con un lacito a la aleta que le queda libre. El guardia urbano les mira desconcertado. El gallego le informa:
- Nada, que ahora quiere ir al cine.
(Última hora de nuestro corresponsal en Pekín)
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