jueves, febrero 23, 2006

Primer informe de situación de 2006

La situación no es buena, compañeros. Después de tres décadas de infiltrado en este planeta creo que empiezan a sospechar seriamente de mí. Teníamos previsto que tarde o temprano se dieran cuenta de que no soy uno de ellos y creo que el momento está a punto de llegar. Os escribo para pediros instrucciones. Lo último que ha ocurrido, ha ocurrido esta misma mañana. Hoy me tocaba vigilancia de recreo, y el sitio donde tenía que vigilar era el bar del colegio, así que ahí me he ido cuando ha sonado el timbre a las once de la mañana. Normalmente suelo pasearme entre las mesas pero hoy mis alumnos habían tenido examen conmigo y estaban muy nerviosos y enfadados porque, según ellos, el examen había sido muy difícil, así que he decidido quedarme quieto y callado en un extremo del bar. Estaba cerca de un rincón desde donde podía abarcar con la mirada prácticamente todo el recinto. El bar estaba lleno de estudiantes con bocadillos y libros, comiendo, hablando, riendo, gritando y aprovechando para repasar los últimos minutos antes del siguiente examen. A pocos metros a mi izquierda he visto a una estudiante sentada en el suelo. Enfrente tenía a otras compañeras que también estaban sentadas en el suelo, pero con su espalda apoyada en la pared. Ella, sin embargo, a sus espaldas tenía una mesa con todas las sillas ocupadas. El detalle que me ha llamado la atención es que su falda (si, llevaba falda, no pantalón) se extendía por el suelo como un lago ondulado bajo una brisa suave. Seguramente, si lo hubiera visto su madre, hubiera puesto el grito en el cielo y, con los pelos de punta y los ojos saltones, hubiera chillado: ¡ NIÑA, NO ENSUCIES LA FALDA ! A mí no se me ha ocurrido decirle nada, simplemente me he fijado en su falda extendida por el suelo y ella erguida en medio como si emergiera de las aguas del lago. No decirle nada ha sido un error. Instantes después de que yo me fijara en esta escena intrascendente ha pasado por ahí el otro profesor que tenía guardia en el bar y le ha dicho que se levantara inmediatamente y que hiciera el favor de buscar una silla si quería sentarse. Después, este compañero ha seguido caminando, ha pasado a mi lado y me ha dado los buenos días sonriendo. Yo también le he sonreído. ¡ Pero ese hombre me ha destrozado el lago ! Creo que empiezan a sospechar de mí. Cada mañana me levanto al amanecer y me camuflo entre ellos, pago los billetes del autobús y del metro, subo escaleras, camino por la calle, digo buenos días al llegar al trabajo, cumplo con las tareas del día, no le digo a la gente lo fea que es en el metro, lo tontos que son cuando se quejan lastimosamente del trabajo, lo equivocados que están cuando aceptan un matrimonio insípido... pero todo esto ya no sirve, no es suficiente. Noto que me absorbe la luz cuando miro por las ventanas, como cuando viajábamos entre los soles, compañeros, y ellos también lo notan, notan cómo chirrían los genes humanos con los que me visto, como si no estuvieran bien asentados. Noto cómo mi sangre empuja hacia el horizonte cada vez que miro el océano, y ellos también lo notan: me huelen diferente, como cuando los perros huelen los terremotos. Me quedo en silencio y tengo la sensación de haber llegado a casa, y ellos lo notan, notan que jamás gritaré un slogan, jamás me dejaré definir por una consigna; notan que si me dan a escoger entre una piedra y un desfile de moda, me quedaré contemplando la piedra. Lo notan, compañeros, ya no es suficiente trabajar bien, sonreír, callar, cumplir. Todos sabemos lo que hacen los seres humanos a los espías en tiempo de guerra. No me hago ilusiones sobre mi futuro. Aun y así, espero instrucciones.

12 comentarios:

Gerardo dijo...

Vete resignándote a vivir siempre en ese exilio.

Gerardo dijo...

El comentario anterior quizá parece un poco cortante. Quiero aclarar que sólo es pesimismo.

Saludos

Editor de CSS dijo...

Ah, bueno, no te preocupes por lo de cortante... ya nos entendemos. Normalmente el exilio se lleva bien, pero de vez en cuando es necesario lanzar una bengala, aunque sólo sea para que haya un poco de luz.

innes dijo...

Las instrucciones siempre vienen en chino, ¿no?

princesadehojalata dijo...

Aguanta! Permanece! Quédate ahí! No te muevas ni un pelo! Tú no te haces ilusiones sobre tu futuro, pero es que esa gente de la que hablas, no se hace ilusiones sobre su presente. Y eso si que es chungo.

Danae dijo...

Querido Camarada, no puedo darte instrucciones, aunque creo que la Princesa tiene mucha razón.

Las vidas más interesantes siempre quedan fuera del plano. Así que ponte piedras en los bolsillos y recoge todas la muestras gráficas que te sea posible, ayudarás a los que vengan detrás.

Un abrazo.

Editor de CSS dijo...

¿Quién fue el rey francés que dijo: "Después de mí, el Diluvio"? Lo digo por lo de ayudar a los que vengan detrás. Leí la frase del rey éste en el Libro Gordo de Petete cuando era niño y me impactó (lo del Libro Gordo puede que haga gracia pero lo digo en serio). LLevaba yo unos días pensando en lo del legado que dejamos a los demás y en el que recibimos de todos nuestros antecesores. Vivimos una época privilegiada en ese sentido: tenemos la posibilidad de acceder a más conocimiento que nunca, a pesar de haber quemado bibliotecas como la de Alejandría. En fin, seguiré recogiendo piedras, que además me mantendrán con los pies firmemente asentados en el suelo.

Princesa de Hojalata, tu comentario me recuerda a una escena de una película de la saga de Star Trek. En ella el capitán Picard se plantaba cuando estaba a punto de perder su nave por culpa de una invasión de cyborgs y ordenaba furioso: ¡ni un sólo paso atrás!. En fin, cada uno tiene sus mitologías pero lo de aguantar y permanecer sirve para todos: al primero de esta tribu que abandone el barco voy a buscarle y le pego tal colleja que va a tener que masticar el rancho con las vértebras durante un mes.

(qué violento me ha salido esto último, hombrepordiós -como dice coco-... De todas formas, si alguien se asusta, siempre le quedará Bambi)

Danae dijo...

Diría que esa frase era del Rey Sol, Luis XIV. Pero por lo que creo recordar, el no la dijo como una muestra de desinterés por lo que viniera después, sino en referencia a su creencia de que sólo bajo su mando (el cénit del absolutismo) Francia estaría a salvo, y que, una vez muerto, el Estado se derrumbaría. Y asi fue, claro, unos años después.

Bueno, lo explicaba sólo como curiosidad. Esa frase significa para ti lo que tú hagas de ella.

Un abrazo.

P.S. No creo que nadie abandone el barco. Ninguno de nosotros sabe nadar.

innes dijo...

Pero yo sé caminar sobre las aguas. Así que atadme fuerte a los mástiles y tapadme los oídos para no oír el canto de las sirenas.

Danae dijo...

Creo que es lo más mesiánico que te he oído jamás.

Editor de CSS dijo...

Gracias, Danae, esas sutilezas no se explicaban en el Libro Gordo de Petete. Innes, caminas sobre las aguas, claro, y por eso vas a comprar la nocilla al supermercado y te comes mis galletas de arroz en lugar de multiplicar los víveres, ¿no? Claro, claro, si a ti ya te tengo controlada.

innes dijo...

Sabes que yo no voy a comprar, pero cuando lo hago, voy caminando sobre las aguas hasta el súper, ¿o no? Y sabes que tus galletas de arroz (que yo sepa) son de consumo público y común. O sea, que no son TUS galletas de arroz, sino UNAS simples galletas de arroz que están por casa. ¿O no?
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¡No me digas que me he estado comiendo tu comida! Bueno, bueno...

Danae, es que a veces me pongo estupenda, como Max Estrella. Ya siento que todavía no me hayas visto en mi versión apocalíptica y delirante blandiendo la espada y gritando: ¡enemigos, a mí!, ¡enemigos, a mí! ¿O era: "¡A mí mis hombres, a mí mis hombres!".

Eso, me gusta: a mí mis hombres. Me voy al subterráneo.